Y
es que, ¿quién no desea ser feliz en esta vida? Alcanzar la
felicidad es algo que pareciera que puede estar en todos lados y a lo
que todos tenemos acceso pero que a veces nos resulta tan difícil de
lograr...
La
realidad es que el precio de la felicidad puede ser tan alto o tan
bajo como nos lo propongamos.
¿Qué precio tiene la felicidad?
En
muchas ocasiones podemos llegar a pensar que el dinero nos da la
felicidad debido a que por medio de el podemos, aparte de cubrir
nuestras necesidades, darnos ciertos lujos y comodidades que
posiblemente no podríamos darnos de otra manera.
Por
esta razón y por muchas otras más, solemos relacionar el dinero con
la felicidad. Pero, ¿se puede comprar realmente la felicidad? Para
dar una respuesta más apegada a la realidad se ha tenido que
consultar con un especialista.
Richard
Easterlin, es un economista que en la década de los 60's, no solo se
hizo esta pregunta sino que también se dio a la tarea de
investigarlo.
Después
de haber hecho varias investigaciones exhaustivas en distintos
países, la conclusión a la que llegó fue que no existe una
verdadera correlación entre los ingresos y la felicidad.
Es
decir, el que una persona tenga mucho más ingresos mensuales que
otra no es determinante para que vaya a ser más feliz.
Descubrió
que un americano promedio que gana 50 mil dolares al mes es menos o
igual de feliz que un cubano promedio que gana 200 dolares en un año.
Evidentemente
que para una persona que no tiene satisfechas sus necesidades básicas
el dinero podría brindarle ese bienestar que incluso ahora mismo
necesita.
Sin
embargo, a partir de que cubrimos nuestras necesidades básicas, los
ingresos económicos dejan de ser un determinante de nuestro grado de
felicidad.
¿De qué depende tu felicidad hoy?
Por
otro lado, yo te preguntaría: ¿Cómo
te encuentras hoy?, ¿estás teniendo un buen día?
Si
la respuesta es que sí te encuentras bien y que también estás
teniendo un buen día o si tu respuesta es que no, pregúntate: ¿por
qué?.
¿Hay
algo que esté determinando el día de hoy tu nivel de felicidad?, ¿a
qué se lo atribuyes?
En
muchas ocasiones ponemos nuestro bienestar emocional en manos de las
circunstancias o de otras personas.
Es por esto que si el día de hoy mi jefe dijo algo que no me gustó, si ha estado lloviendo y no he podido salir como lo había planeado, si mi pareja está de mal humor, sino tengo dinero para irme de vacaciones, etc. mi bienestar emocional se desvanece.
En
pocas palabras, si las cosas no salen como queremos, nos sentimos infelices y dejamos que eso determine nuestro estado de ánimo durante el día.
Algunas
personas van por la vida buscando esa felicidad de la que tanto se
habla, tratando de evitar y controlar a toda costa personas o
situaciones difíciles.
Viven
pensando que la felicidad puede aparecer únicamente cuando todo
marcha aparentemente bien, por lo que cuando las cosas no salen tal
como lo planeado su bienestar desaparece.
Lo cierto es que es imposible controlar todo lo que nos ocurre, las circunstancias del día a día y las personas que pasan por nuestro camino.
¿Cómo evitar que nuestra felicidad dependa de las circunstancias externas?
Cuando
nos damos cuenta de que nuestra felicidad no puede depender de
situaciones externas a nosotros mismos y que de nada sirve culpar a
los demás de lo que nos pasa, nuestro bienestar dejará de ser tan
inestable.
Al
comprender que todos y cada uno de nosotros podemos acceder a un
nivel de bienestar y felicidad elevado y equilibrado, el cual no
tenemos que buscar en otro lado más que en nosotros mismos,
dejaremos de sufrir de forma innecesaria.
Lo
único que necesitamos hacer es dejar de buscar fuera y cultivar
desde dentro nuestra propia felicidad.
Es
cierto que siempre van a haber cosas en la vida que nos van a poner
tristes, enojados o que experimentemos emociones molestas como por
ejemplo, cuando perdemos a un ser amado, cuando rompemos con la
pareja, cuando tenemos algún accidente, etc.
Sin
embargo, también es cierto que estas situaciones no se nos van a
estar presentando día con día. Y la gran mayoría de los días del
año, tenemos la opción de decidir como queremos que sea nuestro
día.
Nuestra
felicidad interna se cultiva alimentándola cada día, disfrutando
realmente de las cosas que hacemos momento a momento por más simples
que estas parezcan.
Conviviendo
con los amigos, disfrutando de un baño caliente, saliendo de paseo,
pasando un rato agradable con la pareja, visitando a la familia,
haciendo lo que no gusta, entre muchas otras cosas que prácticamente no nos cuestan nada o casi nada.
¿Qué tan feliz eres cada día?
¿Alguna
vez te has hecho esta pregunta?, ¿eres consciente de los momentos en
los que te sientes feliz cada día?, ¿que porcentaje de felicidad le
darías a cualquiera de tus días?
Es
decir, puede que el día de hoy el nivel subjetivo de tu propia
felicidad esté en un 40% o en un 70%. ¿Llegas algún día al 100%?
Lo
curioso de comenzar a medir de alguna manera nuestro nivel de
felicidad es que nos ayuda a ser más conscientes de las cosas
que hacemos cada día que realmente nos hacen sentir felices.
Por
ejemplo, puede que en las mañanas que te levantas a trabajar, en el
trayecto de tu casa al trabajo y en tu trabajo mismo te sientas
digamos que “regular”, que no es algo que disfrutes pero tampoco
te la pases tan mal.
Después
del trabajo llegas a tu casa, haces la comida, comes y hasta que no
te das un baño caliente no comienzas a sentirte más tranquilo(a) y
contento(a).
Después
te vas a dar una vuelta, pasas a ver a un amigo(a) y sientes que se
te pasa el tiempo volando de lo bien lo que estás pasando entre risa
y risa.
Pasas
a hacer la compra de la semana, llegas a casa a poner todo en orden,
miras la televisión, preparas tu ropa de trabajo para el día
siguiente, haces la cena, hablas con tu pareja o atiendes a tus
hijos, etc.
Y
en ese último lapso tampoco te enteraste de nada de lo rápido que
se te pasó el tiempo, solo sabes que estuviste estresado(a), que te
sientes casando(a), etc.
Por
lo tanto podemos decir que los momentos en los que más disfrutaste
de tu día fueron cuando te diste un baño caliente y relajante y
cuando te fuiste de paseo y viste a tu amigo(a).
Si
no disfrutaste de nada más, ni de la comida, ni del trabajo, ni del
desayuno o el camino hacia tu trabajo, cuando descansaste un poco y
viste la televisión, cuando te fuiste a hacer la compra, etc.
Posiblemente estés disfrutando menos de la mitad del tiempo de tu
día.
Te
invito a hacer una reflexión en donde hagas conciencia de los
momentos de tu día que verdaderamente disfrutas para que te des
cuenta que poco tienen que ver con el dinero y para que encuentres
maneras de mejorar tu porcentaje de felicidad.
¡La felicidad no tiene precio!
En
conclusión a todo lo dicho anteriormente y después de que te hayas
hecho consciente de cuales son los momentos de tu día que te hacen
sentir realmente feliz, seguramente vas a darte cuenta de que SER
FELIZ ES GRATIS.
Estoy
seguro(a) de que tienes más razones de las que te imaginas para ser
feliz y aprovechar mejor tu día a día.
¿Por
qué no centrarte en ellas y no en lo que piensas puedes estar
necesitando para ser feliz?, ¿por qué esperar a tener “algo”
para ser feliz y no ser feliz desde hoy mismo?
Es
cierto que no podemos estar feliz las 24 horas y 7 días de la semana
porque ciertamente hay momentos y circunstancias en los que puede que
no nos sintamos a gusto.
Pero
vale la pena intentar disfrutar el mayor tiempo posible nuestro día
a día. Después de todo, esa es la finalidad, ¿no? Ser feliz.
Te
agradezco que te hayas quedado leyendo este post hasta el final y
espero que realmente haya podido ayudarte a mejorar tu percepción
acerca de la felicidad y la manera de conseguirla.
Si
ha logrado su propósito, te invito a que lo compartas con alguien
más ya que quizás puedas ayudarle a mejorar su día.
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